Nunca la Copa de la UEFA, dejando de lado la precursora Copa de Ferias, había tenido dos finalistas españoles. Tal gesta, tan poco habitual, es digna de ser subrayada. No en vano, para hallar un éxito similar del fútbol nacional habría que remontarse al año 2000, en el que Real Madrid y Valencia se vieron las caras en la final de la Champions League disputada en París.
Espanyol y Sevilla llegaron a Glasgow con una ilusión pareja por proclamarse campeones de la UEFA Cup 2006-07. Los blanquiazules soñaban con quitarse la espina de la final de UEFA perdida en 1988 ante el Bayer Leverkusen. Por contra, los sevillistas se veían con el convencimiento, la fuerza y la calidad necesarias para revalidar el título que conquistaron por primera vez la temporada pasada. Una ocasión única para seguir haciendo historia y abrillantar aún más su nombre, Sevilla Fútbol Club, en el palmarés de la competición.
Dos objetivos diferentes y un escenario, Hampden Park, que jamás había presenciado la derrota de un equipo español en una final europea. Y, en cierto modo, la tradición quiso serle fiel a los nuestros, pues tras un espectacular partido, con todos los componentes emotivos habidos y por haber, y en el que ambos clubs clubs merecieron ganar, nadie quiso perder y empataron hasta en la prórroga. Sólo los azarosos penaltys eligieron a un perdedor y a un justo ganador. El Espanyol, con diez españoles en su once titular, vendió cara su ‘derrota’. El Sevilla, con Andrés Palop en el papel de héroe, alzó los brazos para celebrar un ‘doblete’ histórico, su confirmación en la elite del fútbol europeo.
Don Balón comparte el orgullo que hoy sienten todos los sevillistas. La victoria del Sevilla en una gran final española, como la vivida en Hampden Park, ensalza aún más su gesta. Por ello, hoy más que nunca, ¡Felicidades campeón! ¡Felicidades Sevilla FC!
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