miércoles, 14 de marzo de 2007

Messi, 3 - Real Madrid, 3



Muchos fueron los protagonistas: Undiano y Oleguer negativamente. En el equipo blanco Guti y Van Nistelrooy se lucieron. Pero el más determinante fue Messi, empatando hasta en tres ocasiones el encuentro.

Nadie esperaba un clásico tan emocionante, pero muchos fueron los condicionantes que direccionaron a este Barça-Real Madrid hacia el espectáculo y el recital de goles final. Pasados 28 minutos del encuentro, las porterías ya habían sido perforadas en cuatro ocasiones y el punto álgido llegó en el tiempo de descuento, con un último gol, azulgrana, que significó el éxtasis local y -concluida la jornada del domingo- el liderato para el FC Barcelona.

Nadie esperaba un 3-3. En primer lugar, porque nunca se había dado este resultado en Barcelona entre ambos contendientes. En segundo, porque en Liga nadie había sido capaz de marcarle más de un gol al Barça en el Camp Nou esta temporada. En tercero, porque hacerle tres al Real Madrid fuera del Bernabéu también era algo inédito en este campeonato. Sin embargo, ya fuera por la defensa de tres que repitió Rijkaard, ya fuera porque los azulgrana hicieron una de sus primeras partes más brillantes en ataque, el 3-3 acabó siendo el tanteo más normal.

Retahila de protagonistas

Seguramente, el mejor modo de explicar el devenir del clásico y el resultado final es a través de sus múltiples protagonistas. Guti y Van Nistelrooy escribieron el capítulo inicial. El holandés realizó los tres únicos disparos a puerta del Madrid en la primera mitad. El 0-1 en el minuto 4, el 1-2 de penalty en el 12’ y un disparo desde medio campo que casi sorprende a Víctor Valdés. Van Nistelrooy pudo completar su noche mágica si no hubiera desaprovechado la mejor ocasión blanca en la segunda mitad, en un uno contra uno ante Valdés.

Guti estuvo soberbio y aprovechó el arriesgado planteamiento azulgrana para dar un recital en la zona ancha del Camp Nou. De sus botas salieron las mejores jugadas madridistas, provocó el penalty que significó la segunda ventaja visitante y la primera tarjeta amarilla a Oleguer, y realizó el centro del tercer gol blanco.

Las decisiones de Undiano también influyeron en el resultado. La duda sería saber si para bien o para mal. Independientemente de que podría haber expulsado a Sergio Ramos (autor del 2-3) por una patada sin sentido a Ronaldinho, de que tardara en mostrar la tarjeta a Diarra o de que perdonara la segunda amarilla a Deco en el 65’, la jugada más polémica llegó en le minuto 12. El buen árbitro navarro pitó penalty de Guti a Oleguer dos minutos después de que Messi empatara por primera vez el duelo. Una vez vista la repetición de la jugada, la sensación es que fue el mediapunta blanco quien buscó la pierna del defensa, pero según la toma, no es descartable que Oleguer barriera a Guti. Undiano debía decidir en milésimas de segundo: señaló el punto de penalty y amonestó al infractor, al mismo que expulsó a un minuto del descanso por doble amarilla. De ese modo, Oleguer también se ganó a pulso su cota de protagonismo, dejando a su equipo con uno menos durante los restantes 45 minutos. Una segunda parte, en la que Rijkaard tardó en recuperar la defensa de cuatro y Valdés salvó reiteradamente a los suyos erigiéndose en el enésimo protagonista.

Messi, en el rol de héroe

La primera mitad dejó un sabor agridulce en el bando local. Messi neutralizó con sus goles las dos ventajas que tuvo el Real Madrid, pero el Barça perdonó un ‘poker’ de clarísimas ocasiones y, por culpa de sus lagunas defensivas, dejó escapar vivo al contrario. En la segunda, con un Barça muy débil atrás y con las líneas muy separadas, fue el Real Madrid quien no quiso golear al eterno rival. Sin embargo, cumplidos los 90 minutos reglamentarios, parecía que que el cabezazo de Sergio Ramos en el 72’ sería suficiente para conquistar el Camp Nou.

Márquez e Iniesta -éste por partida doble- lo intentaron en los últimos compases; pero la noche tenía un nombre: Messi. El argentino jugaba su primer partido en casa ante el Madrid y lo cerraba en el descuento con su primer ‘hat-trick’ vestido de azulgrana. El Camp Nou estalló. Al igual que la tribuna de prensa, en uno de esos días en los que casi nadie disimula sus preferencias. En la cabina de La Sexta, que se estrenaba en la retransmisión, contrastaban los aspavientos de Salinas con la risa nerviosa de Valdano. En el rincón reservado para los compañeros de la Televisió de Catalunya -que pudieron aprovechar un relativo descanso- se vivió el delirio.

Undiano aún tuvo que padecer un posible penalty de Diarra a Ronaldinho, de ésos que uno analiza según cuáles son sus colores. Quizás olvidó la ‘trama’ arbitral auspiciada por Villar que, según algunos, debe favorecer al Barça. O quizá pensó que ya eran demasiadas emociones. Pero lo que sí consiguió es que ni él mismo, ni Guti, ni Van Nistelrooy, ni Oleguer, ni Sergio Ramos, ni Rijkaard, ni Ronnie, ni Diarra. Sólo Messi fue el protagonista que acabó siendo héroe. Porque ya se sabe que quien ríe el último rie mejor.

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